sábado, agosto 13, 2005
Corto pero intenso paseo por Buenos Aires

El domingo pasado estábamos en casa comenzando a vivir la depresión de la siesta de domingo, cuando decidí tomar la sartén por el mango y propuse que nos tomáramos el avión e hiciéramos un paseo por la metrópolis. El mismo día eran las elecciones primarias abiertas y obligatorias en Santa Fe, con las que ya habíamos cumplido los adultos de la familia. Hice la reserva por teléfono y a las ocho y cuarto estábamos abordando el único vuelo SFN-BUE del fin de semana (sí, así nos trata Aerolíneas), por suerte con una buena tarifa que llaman "plan familiar". Fue la primera vez que acumulamos puntos para la tarjeta "Aerolíneas Plus" de Antonia.

Paramos en el Hotel Aventura, en el barrio de Barracas (no es una zona muy buena, pero valía la pena). El hotel es de un norteamericano y lo ha puesto que es un verdadero lujo para los $85 por noche de la habitación triple (bueno, en verdad, si sumamos los transportes en taxi resulta no menos del precio justo).

Visitamos nuestros restaurantes favoritos: el de Antonia (Garbis, en Monroe y 11 de Septiembre, ofrecen un menú libre de especialidades árabes) donde hay un espacio para juegos con animadora y disfraces, y uno de los nuestros, Kansas,
con la misma excelente comida de San Isidro, en su nuevo local integrado al hipódromo y con ventanas sobre las pistas.
Antonia prefirió el Zoológico de la ciudad antes que el paseo más largo de ir a Temaikén. Estuvo muy lindo. Disfruto mucho la cercanía con los grandes felinos. Era evidente que llegamos en el horario del almuerzo de los animales, porque la mayoría estaba caminando en círculos cerca de la puerta de cada jaula.
Estuvimos en el Centro Cultural Borges (en Galerías Pacífico) para ver la muestra de obras de Andy Warhole. No me gustan los temas que ofrece: los retratos de figuras glamurosas (desde el ratón Mickey hasta Mick Jagger y Franz Kafka), pero sí me atrae la técnica y la industrialización de sus productos.

Tal como me hizo notar Georgina, no dudé en comprar afiches de la muestra con la intención de colgarlos en casa: es que la técnica de Warhole hace que el afiche sea una reproducción más de la obra, prácticamente equivalente a las iniciales (no es lo mismo que colgar, digamos, una fotografía de un lienzo pintado al óleo, que dista de manera enorme de su origen).
En breves recorridos por Alto Palermo, Georgina se trajo otra pilcha de Claudia Larreta, Antonia compró otra camperita y yo pasé por el local del tercer piso, el de los chiches electrónicos, donde elgí entre un telescopio y un par de radios GMRS, eligiendo lo segundo. O sea que estoy comenzando a investigar las posibilidades de comincarse por UHF con equipitos tan sencillos y livianos como esos. Lo útil sería armar una repetidora para obtener un buen alcance... ¿alguien de Santa Fe que le interese...?

El regreso fue con Flechabús, en uno de los mejores servicios, el de las 21:45 que va hasta la perla del oeste. Y la conclusión fue reafirmar lo que ya se sabe: no hay mejor forma de visitar Buenos Aires que fuera de las vacaciones de invierno y, en lo posible, en días de semana, cuando el tumulto está ocupado en otras actividades.




